Andamos en una constante caza, esperando en las sombras de cualquier lugar, puede ser en los lugares mas insospechados, en una piscina, en una Iglesia, en el supermercado. No hay sitios en que los pelemos. Se nos esconden, no nos contestan los teléfonos, pero aún así insistimos. Sabemos que eso resulta en un ejercicio infructuoso, en una práctica masoquista más, pero allí estamos.
–¡TE DOY MI CURRICULUM!
–¡AQUÍ TE TRAIGO MI CURRICULUM!
Cuando ya le hemos llevado media docena de curriculum, cada mes le hacemos cualquier cambio para que lo vean distinto y no crean que ya está repetido. Lo hacemos en word, en excel, en pdf y en no se formatos más.
Consultamos las mil páginas de internet que te aconsejan en como redactar un curriculum de éxito, cada día le agregas una funcionalidad más, le pones color, se lo quitas, se lo pones blanco y negro, para que los locos de selección y empleo no te vayan a juzgar mal, no vayas a ser como Elle Woods en Legalmente Rubia que impregnaba de colonia sus curriculum. Cuando lo agarras, lo tomas como si tuviera antrax, para que no se te llene de cualquier grasa malvada que te haga ver como un cochino. A la hora de entregarlo, no sabes si le pones soporte o lo das solito, si en carpeta, de que color, o transparente, a veces te da el impulso de sacarle copias, para eso del ahorro y poder entregar más.
Entramos en una paranoia laboral, en donde vemos a cualquier persona como potencial empleado de selección y empleo; se lo damos a la cajera del banco, apara que lo deje allí; al bodeguero del barrio para que se lo de al vendedor de alimentos polar que le trae mercancía; se lo damos a todo familiar hasta quinta la generación. a todos los amigos asi trabajen en una empresa de aseo urbano, a todos los vecinos así hayamos peleado por que me vendió un cochino berraco; andamos cada día descubriendo y averiguando quien trabaja y en donde trabajan para entregarle un curriculum, nos huyen como a los candidatos que andaban buscando firmas para lanzarse como constituyentistas.
Ya no saludamos, sino «aquí te tengo un curriculum» mi hermano.
Si llevaramos un marcador de cuantos curriculum hemos entregado, creo que juntandolos sería la misma distancia que hay de la tierra a la luna, no es exageración, cada día con precisión militar ideamos las estrategias a implemetar para entregar más curriculum; aplicamos el refran que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, o me canso de entregar curriculum o me llaman de alguna empresa.
La basurita que podremos ganar vendiendo tapaito, animalito o la ruleta rusa, nos compramos dos cartuchos recargados, si tenemos la dicha de tener PC, o nos averiguamos el sitio en donde sacan las copias más baratas, e imprimimos por la medida chiquita unas 50 copias, eso debe durar para unos 5 o 7 días.
Por eso cuando nos ven huyen, ya no preguntamos de nada, no saludamos, ya perdimos las normas de cortesía, solo estiramos la mano para entregar una de estas infames hojitas. Se me ocurre ahorita que deberíamos de imprimir unas 10 franelas con la imagen de nuestro curriculum, así sabrían que andamos buscando trabajo, así alguien se conduele de nosotros y nos dan una ayudadita y nos contratan aunque sea como officeboy o motorizado.
Así que amigo lector ¿te doy mi curriculum? Debes de tener algún amigo que trabaja en alguna empresa ¿verdad? O tu mismo es el que trabaja, asi que ¿te doy mi curriculum?